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1104 18 Julio 2012

 

Bloqueador solar
Lylia Palacios

Monterrey.- Aunque aquí nací, regularmente echo pestes contra el sol inclemente de verano en la ciudad. Esta malquerencia siempre me ha hecho voltear a ver el estoicismo obligado de todos aquellos trabajadores que tienen por piso de trabajo la calle y por techo el cielo, llámense albañiles, campesinos, carteros, paleteros, electricistas, etcétera.

Y en este andar viendo, un sector laboral que veo todos los días bajo un sol que nos echa rayos calientitos y calientotes, según, es el de los guardias y/o vigilantes que trabajan en los campus de la UANL. En el recorrido hacía mi resguardado y privilegiado lugar de trabajo diario están estos trabajadores que nos indican avanzar o dar el paso a los peatones, otros hacen sus labores de rondín y vigilancia.

Por pura curiosidad le pregunté a varios de ellos que si la empresa que los contrata les proporciona bloqueador solar. Uno de ellos me miró con una expresión que indicaba que era la primera vez que escuchaba tal palabra. Otros sí supieron a qué me refería. A ninguno le dan bloqueador, y basta ver sus ropas y rostros para comprender lo severo de su exposición climática.

El sólo hecho llama a reflexionar sobre las condiciones de trabajo de estos servidores, de los cuales la gran mayoría no son trabajadores de la UANL. Su servicio, como los de limpieza, es subcontratado en alguna de las muchas empresas dedicadas a  la “venta de hombres”, como menciona Nestor de Buen. La finalidad de buscar este tipo de intermediarios, mencionan también Arturo Alcalde y José Bouzas, es la llana búsqueda de reducción de costos laborales eludiendo las responsabilidades contenidas en la Ley Federal del Trabajo.

Por eso, en una economía que compite a la baja en cuanto a costo laboral, estas empresas atraen a lo “más barato”: personas de la tercera edad o viejitos, jóvenes sin escolaridad, mujeres, desempleados… que en su mayoría carecen de prestaciones y seguridad social. Súmele a lo anterior el riesgo de contraer cáncer de piel por trabajar en las condiciones que describe la American Cancer Society.

Regresando, no estoy hablando de cualquier patrón irresponsable que subcontrata servicios, se trata de una universidad pública que está buscando certificaciones nacionales e internacionales. La misma que ha incorporado a sus propósitos y definiciones la responsabilidad social, el desarrollo sustentable, la investigación de punta… Entonces, ¿será mucho pedir que dentro de tales propósitos demande que las empresas subcontratadoras proporcionen a sus trabajadores bloqueador solar, con el compromiso de la UANL de ofrecerles a todos los que laboren bajo el sol un curso y capacitación para la protección de su salud?

Alguien tiene que intervenir, estos trabajadores no cuentan con sindicato que los proteja, como es el caso de los trabajadores de Teléfonos de México, que sí reciben periódicamente un protector solar. En este caso, la intervención de la UANL se acercaría a las de universidades norteamericanas y europeas que han presionado en distintas situaciones para que sus proveedores cumplan con los mínimos requisitos del trabajo decente o digno mencionando por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Estoy convencida de que si los discursos de autodefinición social de las instituciones púbicas no se reflejan en las pequeñas cosas, o en las aparentemente alejadas de los objetivos esenciales, esos discursos se vuelven huecos y sin vida, pues no hay manera de fortalecerlos y retroalimentarlos atendiendo desde las pequeñas hasta las grandes cosas.

Es decir, el caso que les comparto seguramente es una de las muchas (ojalá no tantas) anomalías laborales que no alcanzamos a ver y que seguramente muchas de ellas pueden resolverse con relativa facilidad y erogaciones menores... como un buen bloqueador solar que tal vez podría ser elaborado en los avanzados laboratorios de nuestras facultades de Química, Biología…     

A nuestra Alma Mater, a sus autoridades y comunidad docente-estudiantil no debiera resultarle indiferente mejorar o no las condiciones riesgosas de trabajo de todo empleado. La responsabilidad social, el desarrollo sustentable y las aspiraciones de internacionalización de la UANL también se labran volteando a ver cómo trabajan los más humildes de los universitarios.

 

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