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1209 12 Diciembre 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Dudo, luego existo
Francisco Gómez Maza

Enseña a dudar de lo que enseñas
La educación verdadera hace libres

Ciudad de México.- El axioma cartesiano “Dudo, luego existo” (Dubito, ergo sum) es la medida de una buena educación. Cuando los “educadores” les enseñen a los “educandos” incluso a dudar de lo que les presentan como verdad, y los “educandos” les enseñen a los “educadores”, entonces los gobernantes podrán presumir de que están educando. Y mejor, cuando la educación es democrática: Yo te enseño, tú me enseñas. Mientras tanto, la llamada Secretaría de Educación no lo es tal. Es, si acaso, una entidad burocrática encargada de la instrucción, de la escolaridad para el sostenimiento de una estructura político económica injusta, que el nuevo gobierno federal ha declarado que humanizará.

No es novedad que el educador brasileño, siempre actual, Paulo Freire, le ponga el cascabel al gato de la “educación” de la dominación, de la masificación, de la fabricación de servidumbre: la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.

En boca de este extraordinario pedagogo pernambucano, de los aciagos años de las dictaduras militares, la afirmación está respaldada por una amplia experiencia llevada a cabo no sólo en Brasil sino también en Chile, o sea, en la compleja trama de la realidad latinoamericana, donde plantear tan sólo la posibilidad de la transformación del mundo por la acción del pueblo mismo, liberado a través de esa educación, y anunciar así las posibilidades de una nueva y auténtica sociedad, era convulsionar el orden anacrónico. En cuatro palabras, Educación para la libertad.

La concepción tradicional de la educación aplicada en México es denominada por Freiré —recogiendo una expresión de Pierre Furter— como la concepción "bancaria", y la explica así: La concepción bancaria,  al no superar la contradicción educador-educando; por el contrario, al acentuarla, no puede servir a no ser a la domesticación del hombre.

Y con la no superación de esta contradicción resulta: que el educador es siempre quien educa; el educando, el que es educado;

que el educador es quien disciplina; el educando, el disciplinado;  que el educador es quien habla; el educando, el que escucha; que el educador prescribe; el educando sigue la prescripción; que el educador elige el contenido de los programas; el educando lo recibe en forma de "depósito"; que el educador es siempre quien sabe; el educando, el que no sabe; que el educador es el sujeto del proceso; el educando, su objeto.

Una concepción tal de la educación hace del educando un sujeto pasivo y de adaptación. Pero lo que es más grave aún, desfigura totalmente la condición humana del educando. Para la concepción "bancaria" de la educación, el hombre es una cosa, un depósito, una "olla". Su conciencia es algo especializado, vacío, que va siendo llenado por pedazos de mundo digeridos por otro, con cuyos residuos de residuos pretende crear contenidos de conciencia.

Realizada la superación de esta concepción de la educación, resulta otro esquema, a través de la liberación que postula Paulo Freiré: no más un educador del educando; no más un educando del educador, sino un educador-educando con un educando-educador.

Esto significa: que nadie educa a nadie; que tampoco nadie se educa solo; que los hombres se educan entre sí, mediatizados por el mundo.

La educación que propone Freire, pues, es eminentemente problematizadora, fundamentalmente crítica, virtualmente liberadora, Al plantear al educando  —o al plantearse con el educando—, el hombre-mundo como  problema está exigiendo una permanente postura reflexiva, crítica, transformadora.  Y, por encima de todo, una actitud que no se detiene en el verbalismo, sino que exige la acción. Y esto es lo más importante.

El día en que los educadores mexicanos, encabezados por el gobierno, rector de los contratos sociales de los mexicanos, entienda y acepte que la educación que se imparte en las escuelas es sólo escolarización y de ninguna manera un proceso democrático del que salgan personas libres y responsables, ese día se habrá dado un paso hacia la creación de una sociedad verdaderamente democrática en la que todos convivan y no compitan, ni menos sean sujetos de dominación, de manipulación, de explotación, en la que las oportunidades de desarrollo personal y de buenos niveles de vida material y espiritual sean para todos.

Si esta utopía jamás se convirtiese en topía, reformas como la ofrecida este lunes por el presidente Enrique Peña Nieto vendrán y se irán y lo único que se logrará será mantener un estado de cosas en el que unos tienen la hegemonía económica y política, y otros, sólo su malpagada fuerza de trabajo, integrantes de un ejército de siervos.

A desfondo
El Consejo Político Nacional del PRI proclamó ayer, en el auditorio Plutarco Elías Calles del Comité Ejecutivo Nacional del tricolor, al ex gobernador del estado de México, César Camacho Quiroz, hasta ayer presidente de la Fundación Colosio, como presidente sustituto para concluir el periodo de Humberto Moreira, quien se vio obligado a renunciar al inicio de la campaña electoral del actual presidente  de la república, presionado por adversarios que lanzaron una intensa campaña cuestionándolo por su desempeño como gobernador de Coahuila. Le tomó la protesta Cristina Díaz, secretaria general encargada de la presidencia del partido desde el primero de septiembre, cuando Pedro Joaquín Coldwell, presidente sustituto a su vez de Moreira, fue nombrado por Peña Nieto secretario de Energía. Camacho Quiroz cubrirá lo que resta del periodo, que concluirá el 4 de marzo de 2015.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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