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1243 30 Enero 2013

 

FRONTERA CRÓNICA
Mensajes telefónicos
J. R. M. Ávila

Monterrey.- El enojo pintaba para ser uno más de cuantos la pareja había tenido. “¿Por qué he de ser siempre yo quien pida disculpas?”, pensaba él, y decidió que esperaría hasta verla doblegada. El sonido de un mensaje telefónico fue casi una fiesta. “¿No que no, chiquita?”, dijo en voz alta, mientras abría el mensaje: “Con paquete ideas de Telcel puedes tener 2 semanas de acceso gratuito al chat Ideas WAP. Da click en la liga para comenzar”. Contrariado, arrojó a un lado el celular.

Pasaron dos días, y nada. Ni una llamada, ni un mensaje, hasta que justo en el momento en que pronunciaba la palabra madre de mala manera, por la liberación de la francesa Florence Cassez, gracias a la “justicia” mexicana, llegó la esperanza con otro mensaje. Pero al abrirlo, encontró un anuncio de la compañía telefónica: “Bienvenido a la comunidad Chat Ideas. A partir de este momento recibirás tips y noticias de promociones. Si no deseas recibir mensajes envía BAJA al 2525”. Casi choca con otro auto, por ir leyendo.

No había llegado aún a su trabajo cuando de nuevo entró un mensaje de la compañía: “¡Hola! Quiero conocerte. ¿Te espero en el chat? :) Envía HOLA al 2525 para empezar a chatear”. Aunque no era de su novia, ver que el cariz de este mensaje cambiaba un poco, le levantó el ánimo. Viejas hay muchas, pensó, y se puso a esperar el siguiente.

Sin embargo, el mensaje llegó dos días después, mientras su primo hermano lo invitaba a una fiesta de cumpleaños. El texto era más atrevido: “Hola, ¿cómo estás?, ¿tienes algún plan para la tarde? Envía CITA al 2525 para conversar con esta persona del Chat Ideas”. “¿Quien será?”, pensaba intrigado sin escuchar a su primo. “¿Será de alguien que me conoce o nada más es un gancho para que me gaste el saldo?”

Como no andaba de humor, desechó la invitación del primo y se quedó esperando mensajes en vano. ¿Qué estaría haciendo su novia?, ¿podía considerarla novia todavía? No lo sabía, ni tuvo tiempo para seguir pensándolo, porque la mamá y la hermana lo involucraron en su conversación. El grupo Kombo Kolombia había sido secuestrado después de cantar en una fiesta privada, en Hidalgo, Nuevo León. Los “malitos” se llevaron a dieciséis, según el decir de la mamá. Apenas iba a preguntar qué tocaban cuando llegó otro mensaje: “No he dejado de pensar en lo que me dijiste ayer... ¿Es cierto? Envía RESP al 2525 para responder a esta persona”. Su hermana quiso saber de quién era el mensaje y él contestó que de nadie, sintiéndose culpable sin saber por qué.

El mensaje del domingo sonó cuando el juego entre Atlante y Chiapas estaba empatado. Lo leyó con la esperanza de que fuera la novia, pero no tuvo fortuna: “No me había atrevido a preguntarte antes, ¿sales con alguien?, O ¿crees que yo tenga una oportunidad? Adivina quién te mandó este mensaje enviando QUIEN al 2525”.

Cuando levantó la mirada, el Atlante ya ganaba 4 a 3. Maldijo en el colmo del fastidio y apagó el televisor. Estaba visto que esa semana no había sido la suya. Aunque, a decir verdad, el nuevo mensaje prometía más que los anteriores, extrañaba tanto a la novia que estuvo a punto de llamarla, pero el fastidio era tal, que mejor se acostó, agotado porque empezaba a reconocer que la novia estaba perdida. O mejor dicho, que era él quien estaba perdido sin ella.

Despertó tarde y se reportó enfermo, lo cual nadie en el trabajo puso en duda. Encendió el televisor y, en lugar de los goles de la jornada, se encontró con la carnicería de la que habían sido víctimas los integrantes del grupo Kombo Kolombia. La noticia terminaba con los restos arrojados a un pozo. Y entonces, en medio de la estupefacción, una vez más, llegó mensaje: “Me acordé de ti ayer. Te mandé un mensajito pero no respondiste :( Mira quién te envió este mensaje enviando MIRA al 2525”.

Harto, de plano, marcó al 2525 y escribió: “Ya me tienen hasta la madre con sus mensajes”. La respuesta llegó de inmediato: “Disculpa, el comando ‘Ya me tienen hasta la madre con sus mensajes’ no existe. Por favor verifícalo e intenta de nuevo”.

Sin novia, sin esperanza de recuperarla, burlado por la compañía telefónica, humillado con su equipo favorito, salió a caminar sin rumbo. Mientras avanzaba por la calle, una pinta pretendidamente poética le salió al paso. Poseído por la furia, empuñó el teléfono, lo estrelló en la barda.

Siguió caminando, sintiéndose más aliviado a cada paso.

 

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