El acta negra
Hugo L. del Río
Monterrey.- Nos prometen que “en cualquier caso, los hidrocarburos en el subsuelo son propiedad de la nación”. Hermoso, patriótico y conmovedor. ¿De qué diablos nos sirve eso? Al subir el crudo y el gas a la superficie, empieza no el reparto, sino el despojo de nuestro más preciado patrimonio.
El cártel de la globalización tiene prisa. En el Senado, las comisiones de Puntos Constitucionales, Energía y Estudios Legislativos aprobaron, por 24 votos contra nueve, el dictamen de la reforma energética. El papelucho ya está hoy en primera lectura en el pleno senatorial. Están anotados 164 turnos para los oradores que plantearán reservas a las reformas de los artículos constitucionales 25, 27 y 28, así como a los cambios y adiciones a los 21 artículos transitorios.
Me parece difícil que, como lo anticipan Sonia Corona y Luis Pablo Beauregard, corresponsales de El País, aprueben mañana en el pleno los senadores esta acta negra. Acción Nacional planteó desde un principio “la apertura total a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad”. De entrada, sacan a los representantes sindicales de los Consejos de Administración de las dos paraestatales. Es un trago amargo para Romero Deschamps. Pero sobrevivirá sin preocuparse por pagar la renta.
Por cierto, los “socios” de Pemex y la CFE podrán contratar a trabajadores no sindicalizados. La entidad petrolera que surgirá de este mandato de la globalización será una especie de monstruo armado por un doctor Frankenstein ebrio y dopado. El nuevo régimen del petróleo se basa en compartir con los capitalistas (qué más da que sean extranjeros o nacionales: ya no hay empresarios como don Eugenio Garza Sada) las tareas de exploración y explotación, así como el reparto de la utilidad.
No faltan las promesas de patriotismo al estilo Atlacomulco. Por ejemplo: “La Reforma Energética desarrolla todo un apartado para establecer el derecho de Pemex a escoger los yacimientos que desea trabajar, ante la entrada de los competidores por la extracción del petróleo y el gas por el subsuelo nacional”.
Viene a la memoria la escritura del intelectual guatemalteco sobre la cooperación en plan de igualdad entre el tiburón y la sardina. La izquierda, para variar, se devora a sí misma. Morena no quiere ni oír hablar del PRD, que a su vez organiza una marcha de 75 horas para…¿para qué? Aparte del desgaste del calzado y los pies ampollados, ¿qué provecho se obtiene? Jesús Zambrano, a quien siempre le quedaron grandes los zapatos del perredismo, condiciona la reforma energética a la aprobación de la Ley de Consulta Ciudadana y en el colmo de la inanidad, asegura que aunque el Congreso de la Unión apruebe (lo hará, tiene mayoría y conducción) la privatización de Pemex y la CFE, en 2015 la sociedad echará abajo esa torre de iniquidad.
Dios, vaya arranque de insensatez.
En lo único que le doy la razón a Zambrano es cuando adelanta que “van a venir días de mucha tensión”.
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