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1498 22 Enero 2014

 

Tigre de papel
Hugo L. del Río

Monterrey.- Cuando el barco, azotado por la tormenta, está escorando, es de lógica elemental arrojar el peso muerto por la borda. José Antonio González Treviño siempre fue un tigre de papel. Su nombramiento como secretario de Desarrollo Económico es una prueba más –como si hiciera falta– de que México no es la capital universal del surrealismo: México es el surrealismo.

Sería interesante especular sobre el proceso mental que condujo a Rodrigo Medina a confiarle esa cartera al ex secretario de Educación y ex rector de la UANL. Lo que sabe González Treviño de promoción económica, de Economía o de buen gobierno y administración pública, me lo tomo de arsénico y si me muero será de risa. Pero, bueno, JAGT tampoco es un especialista en las tareas educativas, y su paso por la Rectoría nos corrobora que es muy grave la crisis que sufre nuestra antes orgullosa Máxima Casa de Estudios.

Los hombres de alcances limitados quizás han escuchado la palabra “autocrítica”, pero no se aplican al ejercicio de la misma. Muy por el contrario, generalmente se suben a un ladrillo y se marean. Pepe Toño, pequeño felino, siempre fue grillito menor, de galería. Si en Nuevo León se designara a los servidores de la sociedad de acuerdo con sus capacidades, el ex secretario hubiera llegado, cuando mucho, a regidor cuarto de Iturbide.

Pero, estamos en México y los nombramientos son un juego de los intereses, los compromisos grillescos y el estado de ánimo del reyezuelo: en este caso Rodriguito. No es que el gobernador me despierte admiración, ni mucho menos, pero es el jefe de su equipo de trabajo y –México, México, ra, ra, ra–se supone que los subordinados no sólo acaten las instrucciones, sino que vivan como “yes men”. Si París bien valió una misa para Enrique el navarro, el presupuesto se merece uno que otro sacrificio. Medina de la Cruz violentó la etiqueta del Sistema: el tono del boletín de Prensa y todo el aparente misterio que envuelve al incidente, da a entender claramente que el aspirante a tigre no renunció: lo destituyeron.

Ángel Quintanilla nos dice que ya en ocasión anterior Rodrigo Medina había intentado defenestrarlo, pero José Antonio se defendió, dentro del marco de sus capacidades porriles, y amenazó al gober con crear un desmadre fuerte en la Uni. Como tsunami del Pacífico, el miedo sacudió al palacio de cantera: se la creyeron. Por Dios: todos sabemos que entre el rector Jesús Ancer y González Treviño existía una relación envenenada. Rodriguito tampoco lo quería. En su soberbia, el félido de cartón soslayó el mensaje que escribió la mano en la pared: nobleza obliga.

A este profesional del término “ex” le habían hecho un favor, a sabiendas de que se encuentra a distancia cósmica de todo lo vinculado con las ciencias económicas. Y es que, fuera de su cosmos porril, José Antonio no entiende nada. Cuatro meses en la Secretaría y adiós: ni las gracias. De qué. Todo un caso el palmarés de este tío.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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