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2022 26 Enero 2016

 

 

Einstein, ¿misógino?
Ismael Vidales Delgado

 

Monterrey.- Einstein siempre será una figura interesante, como persona, científico y esposo. Su papel como esposo de Mileva Maric (19 de diciembre de 1875) ha sido duramente cuestionado, debido a un presunto contrato que trató de imponerle.

Que de ser cierto, no deja duda de la misoginia del sabio creador de la Teoría de la Relatividad, tema en el que también suele escatimársele mérito, pues existe el supuesto de que mucho del proceso fue idea de su primera esposa ya que ella era física y participó en la primera etapa de su teoría, aunque él nunca la mencionó.

En el 2005 se cumplió el centenario de la publicación de la Teoría de la Relatividad,  y obviamente corrió la tinta sobre la vida y obra de Albert Einstein sin omitir los claroscuros de esa personalidad. Los genios son descritos tradicionalmente como un poco distraídos, despreocupados o locos. Realmente existen frases que pronunció de corte misógino que lo muestran como alguien que menospreciaba a las mujeres, y las prefería más bien lerdas que inteligentes. El genial Bertrand Rusell lo definió como “alguien a quien los asuntos personales no ocuparon gran cosa en su mente… pero alguien tenía que hacerlo y para ello descargaba la responsabilidad del hogar y del cuidado de los hijos en la esposa en turno."

Einstein conoció a Mileva en 1896 cuando ambos estudiaban la carrera de Física en el Instituto Politécnico Federal de Zurich. De hecho ella era la única mujer en esa carrera y fue la primera mujer que se licenció en Física.

Mileva no era una muchacha agraciada, pues se sabe que adolecía de una artritis muy dolorosa que la obligaba a cojear,  era taciturna y cuatro años mayor que él. La madre de Einstein, -alemana misógina y xenófoba- se expresaba francamente mal de su cuasi nuera serbia: “Ella es un libro, igual que tú..., pero tú deberías tener una mujer. Cuando tengas treinta años, ella será una vieja bruja”.

Einstein y Mileva se llevaban bien; ella le daba clases de matemáticas, (se dice que Einstein reprobaba en esta materia), estudiaban juntos para sus exámenes y amaban la ciencia y la música. Él le escribió en 1900: “Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, a alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.

En varias cartas de novios Einstein debate con Mileva sus ideas de la relatividad llamándola “nuestra teoría” y considerando a Mileva como colega. Por estas circunstancias el investigador E. H. Walker declara que las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric. Ellos se casaron, a pesar del rechazo de la madre de Einstein.

En los primeros años de matrimonio ella escribía artículos teóricos; pero uno de sus hijos nació con retraso mental, esto la obligó a concentrarse en el niño y suspender su producción científica. Einstein consiguió un puesto académico, terminó sus estudios y desarrolló la teoría arrogándose todo el crédito. En este hecho, John Stachel, contradice a Walker y señala: “Si bien es encomiable rescatar la figura de Mileva de la oscuridad, la historia de Einstein explotando a su esposa y robando sus ideas suena más a película de Hollywood que a una evaluación seria de las evidencias”. Aunque Walker lo refuta invocando a un físico ruso que en los años 60 vio los manuscritos de 1905, los cuales estaban firmados Einstein-Mariti (Maric en húngaro), pero los originales no han aparecido. El tema entonces sigue siendo una incógnita.

Con el paso del tiempo la relación matrimonial se tornó disfuncional. Einstein le impuso o le trató de imponer por escrito a Mileva ciertas “reglas de conducta” son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, de la violencia sorda y sicológica que ejerció contra su esposa, he aquí las famosas reglas cuya existencia ha sido probada sin duda alguna.

         “A. Te encargarás de que: 1. mi ropa esté en orden, 2. que se me sirvan tres          comidas regulares al día en mi habitación, 3. que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto         yo.

         B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que: 1. me siente junto a ti en casa, 2. que salga o viaje contigo.

         C. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuando estés en contacto conmigo: 1. no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello, 2. deberás responder de inmediato cuando te hable, 3. deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.

         D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho.”

Obviamente, Mileva rechazó estas reglas y solicitó el divorcio. Einstein volvió a casarse en 1915 con la prima de Mileva, Elsa, quien era separada y con dos hijas. Mileva Maric, después de divorciada vivió algunos años en Berna, confinada en su casa. Murió sola y olvidada en Zurich el 4 de agosto de 1948.  En una carta que Mileva dirige a su amiga Helene Kaufler le informa satisfecha del logro alcanzado: “Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”.

Un año después dio a conocer su Teoría General de la Relatividad. Einstein recibe el Premio Nobel de Física y le entrega a Mileva el importe en metálico.

Volviendo al machismo de Einstein, se sabe que antes de conocer a Mileva había tenido relaciones con Marie Winteler, la hija de su casero. Bastó que ella le manifestara su entusiasmo por irse de maestra a Olsberg para que Albert la acusara de “querer acabar con su relación”, cosa que no le impidió seguirle enviando su ropa sucia para que se la lavara.

Las mujeres eran para él, además de manos que trabajan en todas las cosas fútiles del mundo, un objeto. Estaba convencido de que “muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no sepa nada de ciencia”. Decía también que “la ciencia agría a las mujeres”, de ahí la opinión que le merecía Marie Curie: “nunca ha escuchado cantar a los pájaros”.

Sin embargo, Einstein muy dado a elaborar frases célebres, acuñó la siguiente: “¡Triste época la nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio!"

Margot, hija del primer matrimonio de Elsa, acompañó a Einstein en Princeton hasta su muerte, el 18 de abril de 1955.

Fuentes:
“La mujer detrás de Einstein”, La Jornada, 1/4/91.
Arthur Spiegelman, “Einstein le leyó la cartilla a su esposa…”, La Nación, 23/11/96.
Albert Einstein, Cartas a su novia Mileva, Princeton University Press, 1987.

 

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