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2038 17 Febrero 2016

 

 

Las zorritas del clima
[Encuérate, niña, que viene un frente frío]

Joaquín Hurtado

 

Para Orestes Cabrales

Monterrey.- Teta Gorda asoma curiosa la nariz por la ventana. Cuartucho con vista al cerro, pelonas faldas  de la Loma Larga. El viento oxigenado del sur se regresa por donde arriba, medroso de los remolinos de mierda en polvo que saturan la cúpula citadina. Ni visos de lluvia, ni triste nube en el horizonte. Teta Gorda apunta en su bloc mental: agregar sombrilla por si las moscas. 

En el otro extremo de la metrópoli Teta Acrílica no atina qué ajuar colgar en su humanidad sinuosa. Hoy hará importante entrevista con el gerente general de La Polla Parada. Le urge el trabajo porque Mayuyo Machorro, su amasio en turno, está refundido en el Cereso por delitos contra la salud. Al taxista Machorro se le acusa de delincuencia desorganizada. Idiota: se puso a mover grifa, tacha, soda y putas por la libre en los antros de la ciudad, territorio que hay que trabajar en conformidad con alcaldes, policías y mafiosos. Le atascaron sesenta años. Mayuyo pagará muy caro su osadía.

Teta Beata es la más temeraria de las tres tetas de esta historia. Por hoy la dejaremos en santa paz. Gracias a su innata inteligencia captó la tendencia climatológica que su cuerpazo debe exhibir en el contexto de la visita del pontífice Paquito, el papa de los inditos. Ella sintoniza TV Tolteka en pantalla Led de 72 pulgadas. Le agrada el estilo sobrio de zorra Leporina, la infalible señorita del pronóstico tolteko que sabe cómo resistir las ondas polares con sólo fruncir el portentoso culazo.

Teta Gorda enciende las noticias. Sintoniza Multi-Miedos TV. Ay, qué contrariedad. Nunca dio bien el brinco digital. La mugre pantalla transmite en retazos a la chica del clima. La titular del segmento con mayor raiting es Zorra Musaraña, que desde temprano obsequia, casi en pelota, el pronóstico de la gélida jornada.

Gracias a la pedacería informativa Teta Gorda intuye qué ponerse a mitad de febrero, mes de tiempo veleta y feos humores, más impredecible que su hermano adicto al crack. Se detiene la fotogénica frente a la luna. El ropero despanzurrado vomita cinco gatos que pernoctaban entre el garrero. Se mira de cuerpo entero aunque no atisba los tacones jirafas peladitos de la punta. Chin. Da reversa con pasos quebraditos aprendidos en la disco. Tropieza con la palangana donde deposita sus necesidades el abuelo senil. Derrama el contenido. Guácala. Pajarera rodea los pastelillos mefíticos, cuida de no manchar sus preciosas agujas con el fermentado orgánico del viejo marrano.

Teta Acrílica sí tuvo la precaución de equiparse ante la inminencia inaplazable del apagón analógico. Prende el canal de Televicia Monterrey, mira distraída el resumen del motín en el Cereso donde Mayuyo Machorro, su marido de mentis, muerde barrote entambado hará cosa de tres meses. Si chupó faros con los 49 muertitos ni hablar, pelados sobran. Más hoy que va a sentarse ante el efectivo de La Polla Parada, cadena de restaurantes especializada en aves carbonizadas. Olvida ingrata a su pareja sentimental. Ah, siniestro corazón de viuda negra.

¿Coordinará las mallas ultraskinny con shorcitos a la ingle? Esa angustia metafísica la deja helada. Estudia a Zorrita Siricuata, la chica estelar del clima que aletea sobre el desdichado territorio mexicano con sus trapos dignos de congal. Manotea Siricuata el Golfo de California, pechuga entallada, lame con labios rouge las costas de Sinaloa, envía saluditos a la familia del Chapo con nalgas retacadas, asciende papalotera con la corriente de chorro. Da un toque dramático al fenómeno del Niño con chichis descotadas. Ataviada con atuendo espantoso la chaparra Acrílica dice para sus adentros: ¡bah, al cabo la Siricuata y yo tenemos las mismas piernas largas y estilizadas con remate estupendo en cola respingada!

Las tres tetonas salen dueñas, atrevidas, guerreras, frívolas a conquistar el mundo. Trío de triunfadoras, hijas predilectas de la cultura aspiracional con sueldos de pavor, felices por la calle, por su lado cada cual, suripantas chacualeras se lanzan a humillar a la urbe criticona. Ellas, como tantas mozas regias, sólo siguen el dictado de las zorras del clima que la TV regiomontana exhibe alcahueta para beneplácito de la audiencia machista y el aplauso cómplice del sector mujeril, invisible pero enfermo de vanidad.

Los satélites meteorológicos observan callados, atónitos, impotentes los calambres de nuestra atmósfera casquivana que no tiene ni tendrá palabra de honor.

 

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