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2071 4 Abril 2016

 

 

Partidos, elecciones y cambio social, I
Daniel Salazar

 

Monterrey.- En la primera mitad de este año, se estarán llevando a cabo elecciones constitucionales en doce estados de la república, en los que se elegirán gobernadores, ayuntamientos y legislaturas locales: Chihuahua, Sinaloa, Aguascalientes, Zacatecas… por mencionar solo éstos.

Los comicios --que obligan siempre a los partidos con registro a participar en ellos-- brindan además la oportunidad de debatir e intercambiar puntos de vista con todos aquellos que, por un lado y desde “la izquierda”, ven aún en estos mecanismos --y con estos instrumentos—“la vía única para alcanzar los cambios que el país necesita” y, por otro lado, con los sectores “radicalizados” y/o abstencionistas que, bajo cualquier circunstancia, se oponen invariablemente a su realización.

La serie de artículos que aquí inicia, pretende entonces poder contribuir no solo al debate de las ideas y para ofrecer elementos de análisis y del papel de los partidos en las elecciones, sino que, principalmente, desea poder contribuir al retorno del marxismo revolucionario como marco teórico para el análisis político de estos y otros procesos. Sobre el tablado de una severa crisis del sistema de dominación, de la falta de credibilidad en el gobierno, en sus instituciones y hasta en las mismas organizaciones políticas en disputa, nos hará falta la teoría.

Una tarea nada sencilla. Más aún cuando sectores de la vieja izquierda y entonces izquierda, llevan décadas privilegiado “el principio” de la estrategia electoral, en tanto que los más “radicalizados”, parecieran desconocer u olvidar que, tras el análisis concreto de la situación concreta, la coyuntura puede presentar una oportunidad táctica para modificar la relación de fuerzas entre las clases en favor de los de oprimidos.

Estamos convencidos desde hace tiempo, que para el qué hacer político no tiene porqué sacrificarse la teoría; que los continuadores del marxismo han desarrollado innumerables aportaciones sobre el factor subjetivo de los cambios sociales, así como de los problemas básicos de la superestructura social (Estado, Partido, conciencia de clase, Ideología.. etc.). Gracias a Mandel, descubrimos que junto a los trabajos de Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramci, Luckacs … la teoría leninista de la organización contituye la ciencia marxista del factor subjetivo para los cambios sociales revolucionarios y que, reconociendo no ser la única, tiene una connotación que la hace distinta y a nuestro juicio superior, pero de ella iremos hablando a lo largo de estas publicaciones. 

Marx decía que las verdaderas tareas de un partido (socialista revolucionario), no son las de componer planes de reorganización de la sociedad, ni las de ocuparse de las prédicas capitalistas. Que la tarea es “organizar la lucha de clases cuyo objetivo final es la conquista del poder político”. Pero este objetivo estratégico no existe ya (ni siquiera en el discurso) entre la “izquierda” institucionalizada que se ha desdibujado a sí misma tratando de ganar electores y sin detenerse a analizar que, al “recorrerse al centro”, en realidad se recorre a la derecha; que este deslizamiento les ha hecho perder su antigua base electoral que continuará necesitando de una oposición firme frente al mal gobierno y los explotadores que saquean al pueblo y la nación.

El proceso electoral en curso, mantiene el mismo y viejo problema de credibilidad en las instituciones electorales “facultadas” para su organización y conducción. Las nuevas administraciones hoy en disputa, mañana guardarán silencio sobre el estado que guardan las finanzas y la cuenta pública heredada, del uso y destino de los bienes del pueblo, para integrarse a una larga cadena administrativa para quien, pese a la corrupción y el mal uso del poder y recursos del herario, está por encima el mantener vigente el actual sistema de dominación del cual se sirven.

La sombra de la inseguridad, la desaparición forzada y el narcotráfico en estados y ciudades militarizadas, forman parte “natural” del actual escenario en el que la promesa, la despensa y la compra de votos, volverán a recorrer pueblos y territorios, pretendiendo hacer creer a los electores que solo así pueden ganarse las elecciones; que “así es la polítca”; que eso es la política y que así son “todos los partidos políticos”. Con todo, la izquierda institucionalizada, con registro de años o reciente, se presentará al proceso electoral anunciando que representa “la izquierda salvadora” de las instituciones decadentes y corruptas lo que resulta por demás, trágico y desacertado.

Las instituciones del régimen --particularmente las electorales y del sistema de justicia— atraviesan por una seria crisis de legitimidad que se entrelaza con las medidas impuestas del neoliberalismo: el abandono de todo compromiso social y el excesivo “adelgazamiento” del Estado. Pensar –como lo hace la izuierda institucionalizada-- que aún en esas condiciones y a través del voto ciudadano se puede lograr que el sistema recupere su “buen“ funcionamiento, es olvidar las lecciones de la historia reciente en México

Será necesario nuevamente traer a colación la recomendación leninista de que, después de un “análisis concreto de la situación concreta”, se llega siempre a mejores condiciones de poder decidir la conveniencia o inconveniencia de participar o no en procesos electorales o de otro tipo, dejando atrás el abstencionismo a ultranza, el viejo y nuevo anarquismo y las posiciones sectarias que dividen el movimiento de los trabajadores.

[Continuará...]


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