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2074 7 Abril 2016

 

 

Peculado al mayoreo
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- ¿Puede un gobierno ejercer, mal que bien sus funciones cuando ha perdido la confianza de la sociedad? En otros países, no sé. En México, sí. Enrique Peña Nieto ha sido, desde antes de su investidura, el arquitecto de su propio destino, como dice el poeta.

Es raro el día que no provocan un escándalo su gobernanza o la de esos administradores de haciendas grandes que se autollaman gobernadores.

¿Qué nos ha dado el mexiquense? Peculado al mayoreo. Asesinatos de Estado. Impunidad al funcionario corrupto. Agreguemos a estas travesuras no pocas escenas de ridículo: el pobre muchacho de Atlacomulco trata de esconder su ignorancia y memez detrás del título de licenciado en Derecho. No le funciona. Hace gala de su complicidad con Higa; como parte de la función pública, le ordena a Virgilio Andrade que limpie y lustre sus zapatos y los de La Gaviota.

Ya entregó al cártel de la globalización el patrimonio de los mexicanos. Y, alma de Dios, no entiende que nadie reconoce su gigantesco esfuerzo por modernizar a México para convertirlo en morada digna del hombre. No lo aplauden. Ingratos, como nos llama el bronco. Oh, sí: a falta de trenes de pasajeros tenemos el avión más caro, más grande y más lujoso del mundo.

También, lo que sea de cada quien, hay que reconocer que, con gesto de gran, magnánimo señor, les arroja a los marginados algunos huesos que sobraron en el banquete. Manda publicar las multimillonarias cifras que confirman la riqueza que ha generado su, digamos, política. Puede, sin perder la figura que nunca tuvo, hacer suyo el apotegma que nos endilgó Iturbide: mexicanos, os he enseñado a ser libres. Ahora, os corresponde encontar el camino de la felicidad.

Del Bravo al Suchiate, nuestra gente cae segada por el fuego de los fusiles de asalto. Muchos empresarios pagan un doble juego de impuestos: los que cobra Hacienda y los que exige el narco. Más de la mitad de la población vive en la pobreza: entre ellos, millones de hombres, mujeres y niños que sufren hambre.

Es dramático el desprestigio en que ha caído, dentro y fuera de México, el gobierno de EPN. Casi las únicas instituciones que lo apoyan son el Ejército y la Armada. Cosa que, por cierto, no augura nada bueno.

Somos como un ciego, quien solo, en una noche de tormenta, camina al borde del abismo. Como siempre sucede, los grandes clásicos leen el futuro en las estrellas. Hará cosa de cuatrocientos años don Francisco de Quevedo y Villegas nos advirtio: “cada día traemos pobres muertos de los caminos, de hambre desnudez. La miseria es universal y ultimada.”

hugo1857@outlook.com


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