¿Quién se apunta para la estatua de Pedro Infante?
Roberto Guillén
Monterrey.- Como un insomne predestinado va por la vida don Alfredo Haros, un jubilado que por 45 años religiosamente ha conmemorado la muerte y nacimiento del llamado ídolo de México, Pedro Infante.
Su destino es alimentar las tradiciones del pueblo mexicano, ya que también por décadas se ha encargado de organizar la tradicional quema de judas, que año con año incendian una piñata que encarna la figura del político mentiroso y tranza que no se cansa de robar y de saltar como un chapulín de puesto en puesto, mientras juan pueblo tiene que conformarse con las migajas de siempre.
Don Alfredo está a cargo del club de admiradores de Pedro Infante que desde los tiempos del inefable “Maderito” ambicionan con instalar una estatua del artista, misma que ya había sido aprobada por el mismo cabildo que encabezaba el taimado político de la voz infantilesca que solía arrancar en las doñas expresiones de conmiseración como…”ay mira, pobrecito, mira como habla”…hay mira, que simpático, el pobrecito bien que se ha superado”.
El caso es que el inefable “Maderito” se dio el lujo de andar por las barriadas de los miserables repartiendo billetes de a 500 bolas, pero nunca se interesó por aterrizarlos en pro de la sentida demanda de don Alfredo Haros.
Y pasaron las demás administraciones panistas del oaxaqueño Larrazabal y de Margarita Vuitton, y nada… simplemente no lo pelaron.
Ahora, en tiempos de Adrián de la Garza, espera que las circunstancias le favorezcan para que al fin el ídolo de México pueda tener su estatua en la ciudad, que de ser así, sería instalada en la Plaza Santa Isabel y la obra estaría a cargo del artista chilango Oscar Ponzarelli.
Aunque si el priista no reacciona, pues tiene como su última carta al celebérrimo Bronco, a quien planea pedirle en donación unas botas para rifarlas entre el pueblo de Nuevo León, y con eso pagar los materiales y la mano de obra para Ponzarelli.
Así que si alguien tiene influencias con el Bronco, pues díganle que don Alfredo Haros lo anda buscando para que se moche con unas botas, que se requieren para eternizar a Pedro Infante en la Ciudad de Monterrey.
