Semántica y privatización
Carlos Manuel Sabines
Ciudad de México.- Hace unos cuantos días, ante la embestida declaratoria de EPN, Videgaray y demás gerifaltes del primer círculo del gabinete, respecto a que señalan que la reforma energética que se pretende llevar a cabo no es privatización, propusimos en este espacio, que en la tribuna de las cámaras debiera haber un invitado permanente que cubriera el perfil de conocedor de la lengua española, un filólogo, para que cada vez que fuera necesario, todos los días, aclarara a diputados y senadores, qué cosa es privatización de la energía petrolera.
Cobra mayor relevancia nuestro dicho, porque el sábado pasado, Marco Antonio Bernal, diputado vice coordinador de la fracción del PRI, señaló con dedo flamígero, que permitir la inversión privada en Pemex, no es privatizarla. Obviamente el aludido, no mencionó qué cosa es privatizar o qué cosa no es privatizar. Los legisladores de una y otra cámara, han asumido que son enviados a declarar sobre lo que no saben, causando pena ajena, como el citado Bernal y que deberían darse un baño de gramática sobre el particular para no decir sandeces.
De esta manera se entiende que Milenio-Trascendió de ayer mencione que el CEN del PRI haya instruido, aunque tarde, a sus militantes para que eviten externar opiniones sobre dos temas: IVA en alimentos y medicinas y la inversión privada en Pemex.
En el tema, Fluvio Ruiz, consejero profesional de la paraestatal, sostuvo que la mayor participación privada no es la panacea para la petrolera y que lo que se requiere es reestructurar a Pemex, pero siendo propiedad de la nación. También dijo que se tienen que redoblar los esfuerzos en seguridad industrial para evitar accidentes y Pemex petroquímica sufre por el control impuesto para que no haga competencia a la IP. Apuntó que con tanta regulación y con un régimen fiscal tan confiscatorio, con un esquema que no le permite desarrollarse plenamente, donde incluso cuando tiene mayor capacidad de inversión se le restringe de manera artificial, es muy fácil decir que Pemex está mal.
En otro orden de ideas, Eruviel Ávila Villegas, heredero de EPN en el gobierno de Toluca y, por lo que se aprecia, también en lo que toca a hacerse publicidad adelantada para el 2018, no deja pasar ni un sólo día en que no aparezca cortando algún listón de inicio de obra, para inaugurar algo, comprando los espacios de la prensa que tienen a bien venderle para promover su imagen. Es exactamente el mismo esquema de EPN, y que después no digan que no gastaron más de la cuenta en publicidad.
Los gobiernos de derecha, como el nuestro y como el español pagan el precio de sus decisiones con despidos masivos de personal de las empresas. En México el hecho es contundente y en España, los sindicatos informan que la reforma laboral, esa que en nuestro país, creará empleos, ocasionó que hubiera 700 mil desempleados en un año; deteriorando los salarios, el consumo y la actividad económica en general.
Un asunto recurrente en las finanzas nacionales lo constituye el sobre ejercicio y sub ejercicio del Presupuesto de Egresos de la Federación. Cada año, se acude a reasignaciones del gasto público en vista de que o no hay proyectos ejecutivos para las obras que se programan anualmente o bien se quedaron largos a la hora de cuantificar los presupuestos. El hecho es que anualmente se presentan unos y otros cálculos imprecisos en el gobierno federal. Como uno de los propósitos de año nuevo, el subsecretario de egresos de Hacienda hizo al respecto las siguientes afirmaciones: Que la austeridad no pondrá en riesgo la operación del gobierno, porque habrá mejor coordinación con los estados y que la administración federal evitará sub ejercicio en gasto público.
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