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1778 18 Febrero 2015

 

 

Ciudad en estado de bache
Alejandro Heredia

 

Monterrey.- En alguna de las dimensiones paralelas o mundos posibles, en alguna ocasión se hizo un programa de televisión, donde un cortejo de periodistas del starsystem, cocían a preguntas a un líder de una comunidad más allá de la realidad.

En su oportunidad, uno de aquellos periodistas inquisidores le hizo una pregunta trascendental al líder de masas: ¿qué opina sobre los baches que en todas las calles de la República, siempre están presentes como de maldición atávica se tratase?

La respuesta del mandatario de la nación no pudo ser menos preocupante: “Mira León*, los baches no debemos negarlo, son un problema para los automovilistas, un motivo constante para las reparaciones de las suspensiones, son el enemigo público número uno de los rines, y los mejores amigos de las tiendas de llantas. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que los baches son un problema cultural, no solo de México, sino de la mayoría de los países. Durante mi gobierno hemos cumplido en la creación de leyes antibaches, que promuevan la transparencia de las repavimentaciones y sus licitaciones respectivas”.

El área metropolitana de Monterrey no es la excepción. Sobre todo en este trienio, donde los estragos del endeudamiento hicieron presa de las arcas municipales. Cada llovizna, y no se diga aguacero, ha ocasionado estragos en la carpeta asfáltica, ponchaduras de llantas y daños en las rótulas de las ruedas de los carros.

Pero ni con programas especiales del arquitecto Benavides (ultra del Monterrey VI), ni con las dispensas de los políticos en turno, han podido mitigar el malestar que el 40 por ciento de la superficie de rodamiento se encuentre en el desastre más abyecto. Y esto no solamente deviene en problemas materiales, legales y políticos; sino que también trastorna el sueño profundo de los topos y las ratas, provoca ataques de ansiedad y, en determinado momento, puede propiciar accidentes fisiológicos involuntarios.

La respuesta de los alcaldes del área metropolitana ha sido por demás pragmática y repetitiva. Intentarán acabar con los baches a la brevedad, pero éstos no tienen palabra; a la mínima provocación pueden volver a emerger del subsuelo, como los extraterrestres de La guerra de los mundos, ahondando el ambiente abisal, que en múltiples sentidos, ronda los cotilleos de la prensa amarilla, rosa y negra de esta metrópoli regiomontana.

* Nombre que sí coincide con la realidad, es fruto del azar.

 

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