RUTA 23
Griselda Cruz
I
Hay flores en la pared del cementerio
y mariposas
y orugas que se alimentan de lágrimas derramadas
y se ocultan entre las pintas y los gritos de sus letras
Hay besos untados que olvidan, tras de sí, los amantes
que hacen de la oscuridad un cómplice silencioso
al que dejan húmedo, tembloroso
poblado de gemidos
En las grietas de la pared
la gente ha sembrado
entre las pintas y sus letras
girasoles azules y negras rosas
Los colibríes y mariposas
en vano revolotean
muriendo poco a poco
de sed y de abstinencia
Hay en la pared sembradas flores
de las que nunca mueren
para contrarrestar a la que habita entre los muros
y que al recibir la ofrenda
su juego de destrucción se conjure y se contenga
En las grietas de la pared
la gente ha sembrado flores de seda
en vano intento por enclaustrar
a la que siempre, inevitable, nos acecha
Y mientras tanto
por la calle que corre paralela con el cementerio
avanza la caja amarilla
repleta de vida, de olores, de humores
retando a la muerte a cada crucero, burlándose de ella.
II
La caja amarilla se detiene
con un apetito que no sacia jamás
abre sus mandíbulas
y devora de manera casi puntual
su pan de cada día
De uno a uno va pasando bocados
los saborea
Cuando alguno se le atora en la garganta
se apresura
y con un sonido de atragantamiento metálico
los empuja unos contra otros
hasta el centro de su hambriento e insaciable cuerpo
de cetáceo asfáltico
¡Aún queda un hueco en el centro!
grita con el hocico repleto
mientras engulle más y más bocados
e intenta llenar hasta el último resquicio sus entrañas
en una compulsión que no abandona
hasta muy avanzada la noche
De vez en cuando vomita hastiada
se detiene
abre sus mandíbulas
y se vacía y llora y se arrepiente
porque sufre de bulimia
Entonces los bocados vuelven a la vida
vuelven a ser hombres y mujeres, niños
que luchan por recuperar
su dignidad aplastada, manoseada
y se alejan presurosos de la bestia
atontados por semejante proceso digestivo
Sabedores de que volverán mañana
y al día siguiente y al siguiente
a ser el bocadillo puntual
con que se alimentan las bestias
A formar parte del sacrificio
que sostiene al latido
al corazón despiadado
de la ciudad industrial.
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