Desde que nací el fin del mundo está de moda. En los ochenta hubo un par de películas del fin del mundo, acaparando la idea de que en 1999 todo se iba a hacer pedazos. Pero ya desde esa década el tercer mundo se estaba haciendo garras: golpes de estado, guerrilla, presidentes corruptos, policías impunes, explotadoras de menores que tenían entre sus clientes a políticos, farándula prostituida (literalmente), narcos que se convertían en los modernos Robin Hood, religiosos pederastas, tráfico y explotación de ilegales, desaparición de periodistas, etc.

Por supuesto que ante una lluvia tan tupida en el tercer mundo, había una lógica en el asunto de quiénes le temían al fin del mundo: el primer mundo. De ahí salían las superproducciones donde todo nuestro bonito mundo valía chorizo.

Total que el tan mentado fin del mundo nunca llegó en el 1999, y cada enero llegaba sin falta el aumento del dólar, el catastro, las actualizadas tarifas de servicios y transporte públicos… y los mexicanos, con el clásico complejo de los vencidos, los hijos de la chingada, pues a apechugar y “pinche gobierno corrupto”, y “todos los políticos son ladrones”, y “a dónde se van mis impuestos”.

Yo creía que el mundo se iba a acabar antes de que hubiera un presidente de México que no fuera del PRI. Ya ganó el PAN y las cosas siguen igual: hacia abajo. Más de un país (incluyendo a México) no vería de tan mala manera que se acabe el mundo de una buena vez. Pero tampoco para esperar a que vengan unas navezotas extraterrestres como las de Independence Day, donde a final de cuentas los que salvan al mundo son los gringos, y más específicamente el presidente, que se avienta a manejar un avión de la Fuerza Aérea (esos gringos todavía se creen vaqueros y ya ni vacas tienen).

A lo que voy es que me suena más interesante el plan de los mayas de que en 2012 se acaba el conteo y ya. Ojo, no dijeron que se fuera a acabar el mundo en el 2012… sólo que hasta allí tuvieron chance de calcular porque… seguramente ellos también querían retozar con la esposa. Si yo hubiera estado entre ellos, al carajo con el conteo, terminaba mis cuentas desde los años ochenta y ya (ni para qué dejar el beneficio de la duda de los tiempos foxistas).

Pero si a usted, sensible lector de esta columna, le antoja ver la manera en que todo este mundo se podría ir al carajo (yo la verdad lo disfruté hasta el morbo), pues rasque su bolsillo para ir al cine a ver la mentada película del 2012. Total, ya cualquier día de estos será mejor que se acabe el show.

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